EL COSTO DE SER UNA MODELO EXITOSA
Norma Nivia nunca soñó con pertenecer al mundo mágico del modelaje, que no resulta tan mágico al fin y al cabo. Siempre fue una mujer descomplicada, de jeans, tenis, camiseta y la cara lavada. Cero maquillaje, cero tacones. Cero pretensiones. Más bien, era desgarbada, jorobada (por lo alta) y hasta desaliñada. Poco glamorosa.
Por: JOSÉ ALBERTO MOJICA
Norma Nivia nunca soñó con pertenecer al mundo mágico del modelaje, que no resulta tan mágico al fin y al cabo. Siempre fue una mujer descomplicada, de jeans, tenis, camiseta y la cara lavada. Cero maquillaje, cero tacones. Cero pretensiones. Más bien, era desgarbada, jorobada (por lo alta) y hasta desaliñada. Poco glamorosa.
Tampoco se imaginó que sus 1,84 metros de estatura y que esos ojos verdes de encantamiento y dicha la llevarían a conquistar las pasarelas del mundo, a ser la imagen de los más famosos diseñadores y a aparecer, en sus casi nueve años de carrera, en cerca de 50 portadas de revistas dentro y fuera de Colombia, a figurar en reallities y hasta a grabar videos y comerciales de televisión. A vivir de su belleza.
Ella es de las personas que no se dejan deslumbrar tan fácilmente. Tampoco se declara muy amiga de las reglas, de lo que se conoce como un comportamiento políticamente correcto. Por eso se considera (y la consideran en el gremio) como una modelo atípica. Nada que ver con la niña frívola y plástica que sueña tener los pechos y la cola de Natalia Paris.
Incluso, su cirugía de busto, en la que se aumentó sólo una talla (32), se la hizo a regañadientes, porque una campaña se lo exigía. Algo similar ocurrió cuando se hizo modelo, por allá en 1996. Stock Models, su agencia, básicamente le rogó para que se dejara tomar unas fotos. En aquel entonces soñaba con ser una destacada periodista.á.
Su mundo ha cambiado. Ya no puede viajar, como quisiera, a su Líbano del alma a tomarse unos aguardientes con sus amigos de toda la vida. Tampoco puede compartir mucho tiempo con su familia. Sus compromisos como modelo, y ahora como actriz del canal RCN (pronto hará su debut en la novela El pasado no perdona), le impiden llevar una vida normal .
Sus obligaciones la han llevado a pasar de la silla de un avión a una pasarela, en cualquier parte del mundo. Tanto así que casi no termina sus estudios de comunicación social. Se demoró ocho años. Un año estudiaba y el otro no.
Sin embargo, hoy con el mejor sabor en sus rojos y carnosos labios, dice que aprendió a querer su carrera. En entrevista para Tolima 7 días, habla de lo bueno, lo malo y lo feo de ser modelo en un país que vive del glamour.
Qué es lo mejor de ser modelo?.
Que viajas, conoces gente, que te pagan bien, que la gente te reconozca. Se te abren muchas puertas.
Y lo más complicado?.
Aprender a manejar los egos, los propios y los ajenos. Todo el mundo te dice que eres divina, pero vives en un mundo artificial. Los sumos empiezan a crecer, y es normal. Pero hay que manejarlos, sobre todo cuando uno viene de provincia... y yo estaba recién llegada del Líbano (risas).
Le ha dado muy duro convertirse en una mujer glamorosa?.
Un poco, porque hay que saber comportarse en cada situación y lugar, y más si eres la imagen de una marca o un diseñador. Pero sigo siendo la misma de siempre, la que le gusta sentarse en el piso a hablar con los amigos, tomarse unos traguitos y decir groserías. Cuando no estoy trabajando, adiós al protocolo.
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